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El Clíper de Cristal (El cantante de la luna Libro 1) - B. Roman

El Clíper de Cristal (El cantante de la luna Libro 1) - B. Roman

Traducido por Abraham Bernón

El Clíper de Cristal (El cantante de la luna Libro 1) - B. Roman

Extracto del libro

A la edad de siete años el mundo animado y alegre de David Nickerson se volvió silencioso. El oleaje que retumbaba solo a unos pasos de su puerta principal, la dulce voz de su madre, los llantos y gritos de su hermana pequeña, las enseñanzas severas de su padre, la risa clamorosa de su tía Dorothy – eran sonidos que ya no podía escuchar. Sin embargo estaban impresos indeleblemente en su corazón y su memoria, para nunca ser olvidados.

David sospechaba muy poco que en los años siguientes su discapacidad se volvería su más grande ventaja. Nunca ni en sus más locos sueños se imaginó que su audífono se convertiría en un instrumento de comunicación telepática. Y si alguien le hubiera dicho que un día viajaría a mundos más allá de este y que vería el pasado, presente y futuro como uno mismo, él hubiera dicho que esa persona estaba loca.

Los asombrosos eventos que cambiarían la vida de David para siempre están a unas cuantas horas de distancia, pero el transporte que lo llevaría a mundos inexplorados no es un vehículo ordinario. Cabe en la palma de su mano, pero puede viajar a tramos interminables del tiempo y espacio en un trayecto que solo el alma puede hacer. Como el guardián de este codiciado premio, David aprenderá que no solo está bendecido sino maldecido; hay otros que morirían o matarían para obtenerlo. Porque él que posea El Cantante Lunar y aprenda sus secretos controlará el destino del mundo.

Pero ¿Qué hay del destino de David? ¿Qué mundo debería escoger para vivir, el mundo de la fantasía o de la realidad? ¿El “otro mundo” donde escucha o su mundo en “tiempo real” donde hay silencio? ¿Y qué será de todas las consecuencias de su decisión? ¿Al final, el tendrá opción realmente?

Uno siempre la tiene…         

Puerto Avalon, Junio

David Nickerson estudia su tesoro más nuevo, sosteniéndolo entre su pulgar y su dedo índice. La luz del sol brilla a través de la ventana del salón sobre cada uno de los lados perfectos de la gema. Su misteriosa belleza lo deslumbra.

—Cielos. Nunca había visto algo así, Tía Dorothy ¿Qué tipo de cristal es este?

Después de años de práctica, David habla casi sin dificultad. El audífono especial que usa le permite escuchar sus propias vibraciones vocales pero no palabras entendibles. Aun así le da conexión al mundo resonante alrededor de él. La enfermedad que privó a David de su audición era grave, pero su espíritu prevaleció. Él trabajó sin descanso para volverse experto en el lenguaje de señas, un maestro en leer labios, determinado a no permitir que su sordera lo limitara. Por lo que, en todo lo demás, David era un chico normal – brillante, curioso, atlético, de carácter fuerte. Cada verano, pasaba horas en el sol surfeando y nadando, bronceando su piel de la cabeza a los pies, su cabello aclarándose hasta volverse casi blanco.

En la escuela, su afición por la música coincidía muy bien con su interés en la ciencia y las computadoras. Pero, de alguna manera paradójica, a David también le creció el amor por la metafísica, en especial los poderes místicos y míticos que poseían los cristales.    

—Se llama Cantante —dice Dorothy haciendo la seña de Cantante.

—¿Por qué lo llaman así?

David mira atentamente a su tía para leer cada palabra en sus labios. Dorothy sabe las señas adecuadamente pero se esfuerza al comunicar las complejidades en la descripción de la gema así que combina palabras con lenguaje de señas. 

 —Cada cristal en el grupo contiene su propia vibración única —le dice.

—Pero al estar juntos, como aquí, crean una sinfonía de sonidos que literalmente cantan todas las respuestas a los misterios del universo. O así dice la leyenda.

—Te apuesto a que tiene miles o talvez millones de años —estima David.

El cristal brilla puro y traslucido un minuto y al siguiente en un mosaico de arcoíris. Es un rompecabezas ordenado de átomos, una harmónica transformación de energía y materia. Aun así, se ve increíble como una primitiva escultura diseñada por alguien enamorado del mar.

—Es increíble. Míralo, tía Dorothy. Su microestructura es tan complicada. Pero lo que realmente me sorprende es su forma. Se parece a un barco en miniatura. Aquí está el mástil donde iría la vela y aquí la proa, la popa y el timón.

Dorothy añade más ímpetu al misticismo del Cantante.

 —Si su dueño cree en él y trabaja con su energía, desarrollará extraordinarios poderes de comunicación, clarividencia y profecía.

 —Tonterías  —se burla Isaac Nickerson sin alejar la vista de su periódico de la tarde—. Es una piedra, como todos los demás llamados cristales mágicos que le has dado al niño. Deja de llenar su cabeza con disparates.

David ladea su cabeza y mira a Dorothy dudoso. No es capaz de leer los labios de su padre, pero siente su disgusto. Dorothy hace la seña, “cascarrabias”

David silencia una risa.

—Solo porque tú no estés de acuerdo con algo no significa que sean disparates, Isaac  —le recuerda Dorothy a su hermano—. Además todos necesitamos algo de mitos y magia en nuestras vidas. Nos dan esperanza.

—La única esperanza que tenemos es el trabajo duro y aceptar nuestro lugar en la vida. No hay amuletos para protegernos del mal ni talismanes que nos den buena suerte.

Isaac dobla su periódico en un movimiento agitado y lo deja en la canasta a lado de su silla. Se levanta para salir de la sala, pero Dorothy lleva el debate más lejos.

—¿Es por eso que enciendes esa vieja lámpara de aceite en el porche cada noche para dar la bienvenida a casa a los marineros que ya no navegan?

 —Sabes que esa lámpara ha sido tradición en nuestra familia por 200 años. Es algo simbólico —Isaac defiende su ritual nocturno.

Dorothy le guiña el ojo a David, iba a restregarle otro argumento más.

—La tradición de un hombre es la superstición de otro ¿Qué hay de ese reloj de bolsillo de oro que te dio Padre? ¿Por qué siempre lo usas cuando le pides un aumento a Fischbacher?

—Ese reloj es la única herencia que Padre me pudo dejar después de años de dar su sangre, sudor y lágrimas a Fischbacher y a este pueblo. Le tengo afecto pero definitivamente no es un artículo de la suerte, no en lo absoluto.

Isaac deja la casa abruptamente y camina hacia el muelle que se extiende desde el frente del histórico hogar victoriano de los Nickerson. Él se para ahí, mirando pensativamente hacia el mar. La brisa de la tarde es impotente que apenas y agita la pequeña bandera en la cima de una boya que flota vagamente en el agua. Los sonidos pacíficos usuales – el chillar de las gaviotas, el sonar de la campana de una embarcación que llega al puerto lentamente – ahora parecen melancólicos. El desesperante ocio del pueblo refleja el humor de Isaac en este día de verano.

David da un suspiro resignado.

—Papá no está de humor para discutir contigo hoy, tía Dorothy. Fischbacher se negó a darle el préstamo para la operación de Sally.

—¿Qué? ¿por qué a ese viejo avaro?

 —Lo mismo digo. Papá incluso se ofreció a firmar un documento accediendo a cualquier término que Fischbacher quisiera. 

  —Firmar un contrato elaborado por Nathan Fischbacher seria cometer suicidio financiero. El hombre es una víbora sin ética —Dorothy sisea la palabra apretando los dientes—. Aun así, si sabe que le pagaran ¿Por qué se reúsa a darle el préstamo a tu padre?

David toma un documento del cajón en el escritorio de su padre y se lo da a Dorothy. Ella lo lee, después lo pone sobre el sillón de su hermano.

—Oh, no. No puedo creerlo. Vender la compañía después de todos estos años. 

—Así es. Vendiendo la compañía y dejando ir a todos a final de mes. Y sin trabajo, papá nunca podrá pagar ese préstamo.

 —O que le den uno en otro lado.

—Por favor no le digas a Sally. Papá no quiere que se entere  todavía.

—Tal vez los nuevos dueños lo quieran. Él es el mejor proyectista en el negocio.

A pesar de la rivalidad entre hermanos Dorothy está orgullosa de los logros de su hermano menor.

—Claro que pueden contratarlo.

—Si son inteligentes lo harán, pero papá no cree que eso sea probable, solo están comprando la compañía de Fischbacher para eliminar la competencia, no para expandirse.

 —Y Fischbacher podrá embolsarse más millones, como si los necesitara, ese reptil codicioso. Que desperdicio, despedir a todas esas personas. Nunca encontraran un nuevo trabajo en este viejo pueblo sin vida.

David busca en el archivero de gran tamaño alado de la mesa de diseño de su padre, después saca un conjunto de planos y los abre en toda su extensión. 

—Mira esto, tía Dorothy.

 —¿Qué es?

—Diseños en los que papá ha estado trabajando para cargueros impulsados por velas. Son estilizados y limpios, más eficientes en el consumo de combustible y más potentes que cualquier cosa que Fischbacher haya conocido. Estos barcos podrán revolucionar el negocio. Pueden recortar gastos e incrementar las ganancias dramáticamente en cuestión de meses.

  —¿Isaac ya le mostro estos planos a Fischbacher?

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